El caso de salir con hombres de 60 años

Columbia/cortesía Everett Collection

Salir con hombres de cualquier edad presenta su propio conjunto de desafíos: En el instituto te encuentras con chicos torpes, confundidos sobre dónde colocar las partes de su cuerpo en relación con el tuyo, a pesar de su excesivo afán de proximidad. A los veinte años, los hombres quieren tener tanto sexo con tantas mujeres diferentes como sea posible. A veces serás tú. A veces no. Si consigues sentar la cabeza con una de ellas en la treintena, seguirás dedicando tiempo a retocar sus ruedas de entrenamiento, a entrenarlas en sus carreras, a ser sus madres y a convertirlas en los hombres que quieren ser. Por supuesto, entre los cuarenta y los cincuenta, todo ese trabajo duro se deshará en una crisis de autoestima que les devolverá a la primera fase, armados esta vez con suficiente Viagra para evitar su excitación prematura.

Por estas y otras razones, mi amiga Megan O’Brien, una mujer de éxito por derecho propio como fundadora de la agencia de marketing Beauty Brander, sale casi exclusivamente con hombres de sesenta años o más.

Recientemente asistimos juntas a una boda en Palm Springs, un lujoso asunto con fiestas en la piscina, fuegos artificiales y una ceremonia en el Empire Polo Club, donde se celebra el festival de música Coachella. Yo tengo 33 años, Megan 37, y la mayoría de los invitados que no eran parientes de la novia o el novio se encontraban en algún punto intermedio.

Recién recuperada de una relación con un famoso cirujano plástico de 65 años en Los Ángeles, Megan llegó al fin de semana de la boda lamiéndose las heridas, sólo para ser inmediatamente cortejada por el tío del novio, de 72 años.

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Pierce Brosnan cumplirá 61 años este mayo; Foto: Getty Images

«Pueden olerme a una milla de distancia», me dijo después de charlar con él sobre restaurantes, propiedades inmobiliarias, sus hijos y sus nietos, mientras el resto de los niños disfrutábamos de una partida de beer pong flotante en la piscina.

Por desgracia, no pudo ser para Megan y el tío Jack. La señora del tío Jack se encontraba en algún lugar de Francia, pero la madre del novio lo impidió todo. «No quiero que salgas herida, querida», susurró con reservado aplomo. «Está casado, ya lo sabes».

Megan no es una rompehogares y para cuando volvimos a Los Ángeles, con la ayuda de Tinder le encontramos otra pareja adecuada, Gary, de 68 años, un consumado hombre de negocios que vive en San Francisco, pasa las vacaciones en Palm Springs y le encanta el golf. Gary quedó prendado por el mensaje y quedaron entre Los Ángeles y Palm Springs unos días después. Ella cree que podría ser su próximo marido.

Durante todo el fin de semana, cuando explicaba las preferencias de Megan a mis amigas universitarias de treinta y pocos años, ponían cara de haber tragado leche agria y estallaban en un coro de «qué asco», «ewwww» y mi favorito personal, «es como mi abuelo». Para ser justos, el tío Jack era en realidad el abuelo de alguien.

La rápida réplica de Megan es pronunciar los nombres de celebridades masculinas sexagenarias, septuagenarias e incluso octogenarias con las que probablemente te acostarías: Harrison Ford, 71 años, Clint Eastwood, 83 años, Jack Nicholson, 76 años, Robert Redford, 77 años.

Los tíos mayores no son lo mío, pero cada vez que le pido a mi novio treintañero que hablemos en serio de nuestro futuro o que revuelva su apartamento que tiene cajas de pizza vacías apiladas en la mesa del comedor, puedo ver las ventajas de haber tenido a otra persona que le quite las ruedas de entrenamiento.

Megan sale con hombres mayores porque, como ella dice, son hombres.

«No es para todo el mundo, pero prefiero estar con un hombre que ya haya conquistado su mundo y quiera disfrutar del resto de su vida», me dijo. «He estado casada con un hombre más joven que yo. Tuve que entrenarlo. Es agotador»

Megan puede fechar su atracción por los zorros plateados en la infancia y en cierto ex presidente de finales de los 80 y principios de los 90: «Creo que todo esto es culpa de George H.W. Bush», explica. «Desde muy joven me parecían fiables y solidarios los hombres mayores. En la escuela secundaria teníamos que escribir una carta a una persona famosa. Yo pensaba que George H.W. Bush (era presidente en ese momento) era el hombre más guapo del mundo. El resto de mi clase de sexto grado pensaba lo mismo de Donnie Wahlberg. Donnie parecía una bala perdida, demasiado imprevisible. En resumen, trabajé mucho en mi tarjeta para George H.W. Se acercaba su cumpleaños, así que hice un dibujo a carboncillo de su cara y escribí un mensaje de cumpleaños».

El duro trabajo dio sus frutos. «Unas tres semanas después, recibí una carta de la Casa Blanca. Era una tarjeta de agradecimiento escrita a mano por George Bush en la que me decía que era un artista con talento y un escritor maravilloso y que siguiera adelante. Los New Kids on the Block nunca me contestaron. ¿Qué podemos aprender de esto? Los hombres mayores son educados y considerados y los jóvenes son generalmente egocéntricos»

Megan es tan apasionada de salir con personas mayores que me hizo una lista (muy buena) de las cinco razones por las que salir con hombres de sesenta años es simplemente preferible a salir con hombres de veinte o treinta años y por las que todos deberíamos dejar de juzgarla por ello.

1. Me gustan los hombres. Me gusta el hombre de un hombre. Me gusta un hombre fuerte que se haya criado cuando no era anormal abrirte la puerta, sacarte la silla y llevar una bolsa pesada. Puedes llamarlo ser un caballero, pero las mujeres casi se sienten complacidas o halagadas cuando un hombre de treinta años hace esto. No deberían sentirse halagadas. Debería esperarse. ES UN HOMBRE. Yo mismo soy perfectamente capaz de hacer lo anterior, pero a un verdadero caballero nunca se le ocurriría que hiciera algo así. Tratar a una mujer como una SEÑORA es la norma con un hombre de sesenta años.

2. No juegan. Un hombre de sesenta años no va a esperar cinco años ni siquiera dos para comprometerse. A estas alturas del partido, tienen sus cosas claras y saben lo que quieren. Si te quieren no te van a hacer dudar. En este punto de sus vidas la mayoría se da cuenta de lo rápido que pasa y si eres su prioridad, te lo van a hacer saber muy rápido. Mi ex tenía 64 años, me dijo que me amaba primero, cambió su estado de Facebook a «En una relación» primero, y habló de nuestro futuro serio juntos antes que yo. Todo esto lo hizo sin ningún tipo de insinuación o insistencia por mi parte. El factor de las tonterías disminuye drásticamente a medida que aumentan los años de su edad.

3. Son más reflexivos. Puedo hablar por experiencia; la mayoría de las veces, recibirás flores cuando venga a recogerte. Recibirás ramos de flores después de una noche romántica. Recibirás mensajes de texto durante el día diciendo «te quiero» o diciéndote lo especial que eres. Dejar notas de amor en tu bolso para que las encuentres más tarde es otro rasgo común de un hombre más maduro…..sólo porque.

4. Tienen las cosas claras. Ya han llegado a lo más alto de sus carreras para que no seas una viuda del trabajo. Me encantan los hombres inteligentes y ambiciosos. Esto me ha llevado a un montón de treintañeros adictos al trabajo. Un hombre inteligente y ambicioso de sesenta años no pasa tanto tiempo en la oficina. Está dedicando más tiempo y atención a su relación.

5. Estará orgulloso de estar contigo. La mayoría de los hombres de treinta años piensan que te están haciendo un favor al cogerte de la mano y decirte que estás guapa. Un hombre de sesenta años insistirá en tomarte de la mano y te dirá varias veces lo afortunado que se siente de estar contigo. ¿Qué chica no quiere eso?

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